6. La doctrina social de la Iglesia Católica y la aportación de Kirzner.

Quizá uno de los aspectos más significativos de las últimas formulaciones de la doctrina social de la Iglesia Católica a favor de la economía de mercado radica en la gran influencia que en las mismas han tenido las concepciones de la Escuela Austríaca de Economía, y en particular las de Hayek y Kirzner, el primero un católico agnóstico no practicante, y el segundo un judío practicante profundamente religioso. En efecto, el pensador católico Michael Novak sorprendió al mundo cuando hizo pública la extensa conversación personal que el Papa Juan Pablo II y Hayek mantuvieron antes del fallecimiento de este último.(12) Y posteriormente, en su libro The Catholic Ethic and the Spirit of Capitalism,(13) Novak señala el gran paralelismo existente entre la concepción de la acción humana creativa desarrollada por el Papa en su tesis doctoral titulada Persona y acción (14), y la concepción de la función empresarial que debemos a Kirzner (15).

Esta concepción ha sido refinada por Juan Pablo II en su encíclica Centesimus Annus, en donde expresamente se refiere ya a cómo el factor decisivo en la sociedad es la capacidad empresarial o acción humana creativa o, como dice con sus propias palabras, “el hombre mismo, es decir su capacidad de conocimiento”, en sus dos variantes de conocimiento científico y conocimiento práctico, que define como aquél necesario para “intuir y satisfacer las necesidades de los demás”. De acuerdo con Juan Pablo II, estos conocimientos permiten al ser humano “expresar su creatividad y desarrollar sus capacidades”, así como introducirle en esa “red de conocimiento e intercomunicación social” que constituye el mercado y la sociedad. De manera que, para Juan Pablo II, cada vez “se hace más evidente el determinante papel del trabajo humano (yo diría, más bien, acción humana) disciplinado y creativo y el de las capacidades de iniciativa y del espíritu emprendedor como parte esencial del mismo trabajo”. (16) Sin duda alguna, la encíclica Centesimus Annus pone de manifiesto cómo la concepción de la ciencia económica por parte de su redactor se ha modernizado enormemente dando un importante salto cualitativo desde el punto de vista científico, que ha dejado caduca en gran medida la antigua doctrina social de la Iglesia Católica, y que supera incluso a importantes sectores de la propia ciencia económica que hasta ahora han seguido anclados en el mecanicismo del paradigma neoclásico-keynesiano, y que no han sido capaces de dar entrada en sus “modelos” al carácter eminentemente creativo y dinámico de la función empresarial. Por primera vez en la historia, pues, y gracias a la positiva influencia de la Escuela Austríaca de Economía, la doctrina social de la Iglesia Católica se ha puesto por delante del paradigma dominante de la propia ciencia económica que hasta ahora ha venido ignorando al ser humano creativo y sigue anclado en una concepción estática del mercado y de la sociedad.

 


Jesús Huerta de Soto
Catedrático de Economía Política
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

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(12) “During the last months of his life, Hayek had the opportunity for a long conversation with Pope John Paul II. There are signs of Hayek’s influence in certain portions of the Pope’s encyclical Centesimus Annus. In sections 31 and 32 in particular Centesimus Annus employs unmistakably Hayekian insights”. Michael Novak, “Two Moral Ideas for Business (The Hayek Memorial Lecture, 22 June 1992, London, England)”, Economic Affairs, septiembre-octubre 1993, p. 7.

(13) Michael Novak, The Catholic Ethic and the Spirit of Capitalism, The Free Press, Macmillan International, Nueva York, 1993.

(14) Karol Wojtyla, Persona y acción, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1982, especialmente las pp. 31, 151, 173 y 202, así como Michael Novak, The Catholic Ethic and the Spirit of Capitalism, ob. cit., p. 117.
“Israel Kirzner defines enterprise as an act of discovery, an act of discerning either a new product or service to be supplied for the utility of others, or a new way of providing the same. The Pope sees creativity at work in such acts of discovery and discernment. Like religious freedom, economic initiative also flows from the ‘creative subjectivity’ of the human person. This line of thought led the Pope to discern the role of enterprise in economic activity”. Michael Novak, The Catholic Ethic and the Spirit of Capitalism, ob. cit., p. 128.
Juan Pablo II, Centesimus Annus, Promoción Popular Cristiana, Madrid, 1991, cap. IV, nºs 31, 32 y 33, pp. 66-67.

(15) Israel M. Kirzner, Creatividad, capitalismo y justicia distributiva, ob. cit., p. 244.
Israel M. Kirzner, “Knowledge Problems and their Solutions: Some Relevant Distinctions”, cap. 10 de The Meaning of Market Process: Essays in the Development of Modern Austrian Economics, Routledge, Londres y Nueva York, 1992, pp. 163-179; y también el manuscrito pendiente de publicación presentado en la Reunión Regional de la Sociedad Mont Pèlerin que tuvo lugar en Río de Janeiro del 5-8 de septiembre de 1993, con el título de “The Limits of the Market: The Real and the Imagined”.
“There appears no obvious way in which any private entrepreneur could be attracted to notice the superiority of the metric system – let alone any chance of it being within his power to effect its adoption. The externality of the relevant benefit to society arising from a change to the metric system appears to block the translation of this unexploited opportunity, jointly available to members of society, into concrete, privately attractive opportunities capable of alerting entrepreneurial discovery”. Israel M. Kirzner, “Knowledge Problems and their Solutions: Some Relevant Distinctions”, ob. cit., p. 174.
“The happy idea of proceeding in this way could strike the shrewdest individuals, and the less resourceful could imitate the former’s method.” Ludwig von Mises, Human Action, Henry Regnery, Chicago, 1986, p. 406; existe una versión española traducida por Joaquín Reig Albiol y publicada por Unión Editorial, 5ª edición, Madrid, 1995. Quizá no exista forma más concisa y precisa de referirse al preponderante papel que tuvo la perspicacia y creatividad empresarial en el surgimiento del dinero que estas palabras escritas por Mises en su laudatorio comentario a la aportación de Menger al campo de la teoría sobre el surgimiento y evolución de las instituciones.
Esta consideración no legitima en forma alguna el análisis neoclásico del derecho y de las instituciones jurídicas que hasta ahora se ha pretendido efectuar suponiendo un contexto de constancia, plena información y una racionalidad estrecha de los agentes económicos basada en el principio de la maximización del beneficio. La contradicción en la que cae el mencionado análisis del derecho es evidente, pues en el marco estático descrito no harían falta leyes ni instituciones: unos simples mandatos que incorporasen la plena información que se supone disponible en los modelos sería suficiente para coordinar la sociedad. En contra de este paradigma, estimamos que las normas e instituciones jurídicas no deben de juzgarse en los estrechos términos de la eficiencia estática de origen paretiano, comparando costes con beneficios supuestamente conocidos, sino que habrían de juzgarse según el criterio de eficiencia dinámica. Es decir, según que promuevan y fomenten o no la coordinación empresarial del mercado. Por ello, más que normas y fallos jurisprudenciales “óptimos” desde el punto de vista paretiano, han de buscarse normas y fallos jurisprudenciales justos que, desde el punto de vista de la eficiencia dinámica de los procesos empresariales del mercado, impulsen en el mismo la coordinación.