3. El método para transmitir los conocimientos 279

SEGUNDA PARTE
MÉTODO DIDÁCTICO E INVESTIGADOR

CAPÍTULO V
EL MÉTODO DIDÁCTICO E INVESTIGADOR

3. EL MÉTODO PARA TRANSMITIR LOS CONOCIMIENTOS

Transmitir a alguien algo es hacer que ese alguien genere o cree en su mente parte de la información o conocimiento que nosotros hemos creado o descubierto con anterioridad. La investigación en el campo de la psicología y la pedagogía aplicada ha puesto de manifiesto que es la motivación de aquél que aprende el factor más importante que controla la cantidad y calidad de aprendizaje que se obtiene, de manera que, sin motivación efectiva del estudiante, ninguna otra cosa tiene importancia. La motivación está íntimamente relacionada con el incentivo que lleva a actuar y que es definido por el Diccionario de la Real Academia, como lo que “mueve o excita a desear o hacer una cosa”. El beneficio o ganancia subjetiva que el estudiante pretende lograr con su esfuerzo constituye, precisamente, el incentivo, estímulo o motivación que le lleva a estudiar. En principio, y aunque no sea éste el lugar adecuado para explicar con todo detalle la esencia psíquica de la motivación, cuanto más claramente se visualice el objetivo o fin de los estudios universitarios y con una intensidad psíquica mayor éste se persiga, más significativa será, por un lado, la afluencia de ideas creativas y refuerzos físicos e intelectuales para culminar el objetivo propuesto, y a su vez, y por otro lado, más fácilmente distinguirá y rechazará el estudiante todo el magma de estímulos e informaciones irrelevantes que podrían distraerle (8). Por otro lado, Jean Piaget reitera la necesidad de una correcta actividad motivadora para asimilar debidamente, puesto que la mera exposición por el profesor no implica aprendizaje alguno si es que no hay suficiente atención y comprensión por parte del alumno.(9)

Aunque existen diferentes técnicas para motivar la atención y la actividad razonadora del alumno, es preciso señalar que el éxito en la actividad docente, de acuerdo con Gregorio Marañón, radica en que el profesor se convenza de que enseñar es: primero, amor; segundo, claridad; tercero, repetición; y cuarto, entusiasmo. Enseñar es Amor (10) en la medida en que solamente teniendo un profundo amor por la actividad de la enseñanza se puede mantener año tras año el gran esfuerzo, la atención y estrés que conlleva esta profesión. Es claro que es preciso tener una profunda vocación docente para tener éxito como profesor en cualquier rama que quiera enseñarse y que la fuerza interior psíquica del profesor se alimentará sin agotarse si es que ama su profesión, la asignatura que imparte y, en última instancia, a los alumnos y discípulos a los que dirige sus explicaciones.

Enseñar es, también, Claridad, puesto que las explicaciones han de ser claras, abrir los ojos a los estudiantes, permitirles interpretar la realidad, y establecer un orden en el magma de información que les llega del mundo exterior. Quizá la aportación más importante del intelecto sea la de añadir, después de un esfuerzo analítico, claridad en el entorno que nos rodea, claridad que siempre ha de ser un objetivo inalienable en las explicaciones del profesor, como líder de los pasos intelectuales de sus alumnos.

Enseñar es también Repetición, puesto que las ideas claramente expuestas por el profesor han de repetirse en diferentes contextos, y con distintas aplicaciones, con la finalidad de facilitar su comprensión al alumnado, el cual, por su parte, también ha de realizar un esfuerzo de retención en su memoria. No se trata de alabar sin más las capacidades de memorización, pero también es preciso no desdeñarlas, pues tan sólo se puede memorizar correctamente aquello que con carácter previo se ha entendido bien y se ve con claridad, y la memorización, además, garantiza la posibilidad de que el alumno, en otros contextos y circunstancias, sea capaz de reproducir la correspondiente cadena de razonamientos lógico-deductivos que le haga posible interpretar la realidad conforme a lo ya aprendido.

Y enseñar es, finalmente, Entusiasmo (11). Se trata de esa fuerza innata del ser humano para perseguir sus fines en el campo universitario, los profesores como enseñantes y los alumnos como enseñados, dedicando lo mejor de sí mismos en forma de esfuerzos y energías vitales, con la alegría y seguridad que da la conciencia de que se está realizando una labor de gran valor, humana e intelectualmente superior.

Aparte de la actitud que acabamos de explicar, es claro que el profesor debe utilizar todas las técnicas a su alcance para hacer tan efectiva como sea posible su labor docente. De entre dichas técnicas, cabe destacar la de que el profesor se encuentre constantemente atento a la recepción de su materia por parte de los estudiantes, buscando un continuo feedback en base a aceptar o formular preguntas, y a facilitar las interrupciones que redunden en la resolución de dificultades que se puedan haber presentado a toda la clase (al tiempo que intenta desanimar las que son meras interrupciones o únicamente tocan temas de interés personal del alumno en cuestión). Es más, corresponde a todo profesor buscar esta participación que motiva al alumno, haciendo la pregunta que obligue a la reflexión, o que plantee el paso siguiente o la extensión en la explicación que se está dando, ya que al efectuarla a cualquier alumno la clase entera se siente preguntada y participa en la búsqueda de respuestas.

No es suficiente con la atención y comprensión por parte del alumno para su asimilación de la asignatura, sino que es preciso, como ya hemos indicado, un tiempo de paso a la memoria y una redundancia que refuerce la incorporación estable del conocimiento adquirido. En suma, es necesaria la penetración en la conciencia del alumno, lo cual sólo puede conseguirse mediante una actividad individual e interna que exige esfuerzo y, en gran medida, la memorización de lo aprendido.

En orden a potenciar la motivación y el proceso de asimilación del alumno, es preciso lograr el conocimiento personal del mismo por parte del profesor. Hay que tener en cuenta que el proceso de aprendizaje es, en gran medida, individual y no grupal y, por tanto, el sistema tradicional de enseñanza, fundamentado en la hipótesis de que todos los alumnos de una clase dada son iguales, no es el más adecuado. Es preciso, por ello, lograr, tanto como sea posible, el máximo de trato personal con el alumno a nivel individual, aunque la relación individual alumno-profesor sea imposible de alcanzar mientras no se disponga de los medios necesarios, por lo que el profesor habrá de esforzarse en alcanzar tal ideal docente, teniendo en cuenta que el mismo comporta un objetivo que está sometido a múltiples restricciones, entre las que cabe destacar la escasa disponibilidad de tiempo y de medios. El acercarse a dicho ideal en la medida de lo posible dependerá de una combinación de distintos métodos, de eficacia desigual y no siempre aplicables, pero que en conjunto pueden servir para atender a los distintos niveles en que ha de desarrollarse la enseñanza.(12)

En resumen, la metodología sobre la transmisión de los conocimientos debe dirigirse:

1. Hacia una formación integral del jurista de acuerdo con las circunstancias sociales, políticas y económicas de nuestro entorno.

2. Buscando la individualización de la enseñanza impartida, en lugar de tratar al estudiantado como un todo homogéneo. El uso de fichas individuales, la realización de trabajos, las consultas en clase y en el seminario, y la existencia de actividades extracurriculares, junto con otros métodos, deben permitir esta adecuación a cada persona, posibilitando la oferta de material adicional, sugiriendo lecturas y ejercicios, pidiendo explicaciones, etc.

3. Ha de fomentarse la participación del alumnado, su aportación personal a la enseñanza de la materia, y su contribución al curso.

4. Ha de mantenerse un continuo seguimiento del grado de asimilación de las lecciones impartidas. Las preguntas que se hacen en clase o las que se hacen en el seminario deben ser tenidas muy en cuenta. La atención al alumno después de clase en sus consultas, a pesar de detraer tiempo al resto de las actividades, es útil por la información que proporciona: permite ver lagunas o insuficiencias de la explicación dada por el profesor y le proporciona la oportunidad para sondear las distintas variantes de enfoques, hasta encontrar el que sea más fácilmente comprendido. En este sentido, las horas de tutoría después de clase pueden ser muy productivas, si bien hay que reconocer que son muy pocos los alumnos que las utilizan de forma efectiva.

5. El programa ha de estar organizado de forma que la relación entre los diferentes temas muestre su sentido, su capacidad para volver sobre los mismos temas con mayor profundidad o a situaciones de mayor complejidad o realismo, de manera que la perspectiva de la asignatura no se pierda en una sucesión de temas cuya hilación no se termina de comprender.

6. El examen es el exponente último de la calidad del profesor y del alumno. Es preciso poner en juego los diversos elementos que permitan, con tiempo, evitar frustraciones y fracasos, tanto por parte del alumno como del profesor.

7. En suma, es necesario transmitir los conocimientos utilizando métodos docentes dinámicos y activos, en los que se trate de eliminar el negativo efecto de la carencia de medios y masificación propias de la Universidad Española, recalcando la función más activa que el profesor debe tener, especialmente a la hora de orientar, comentar y discutir con los alumnos el contenido de las materias dadas, evitando que aquéllos se limiten a desempeñar con carácter exclusivo un papel meramente pasivo, que prácticamente tan sólo se reduzca a preparar los exámenes “de memoria”.(13)

 

Jesús Huerta de Soto
Catedrático de Economía Política
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

“Sólo podrá reproducirse total o parcialmente el contenido de este trabajo citando expresamente a su autor y al medio en donde fue originalmente publicado (indicado, en su caso, en la sección de bibliografía del Curriculum vitae). A quienes incumplan esta condición les serán aplicados las leyes civiles y penales que correspondan, a parte de las procedentes indemnizaciones por daños y perjuicios”.


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(8) En este sentido, son muy interesantes las consideraciones de mi profesor de la Universidad de Stanford George .Leland Bach vertidas en su “Student Learning in Basic Economics: An Evaluated Experimental Course”, en New Developments in the Teaching of Economics, K.G.¡Error! Marcador no definido. Lumsden (ed.), Universidad de Nueva Jersey, 1967.

(9) Jean ¡Error! Marcador no definido.Piaget, Psicología y Pedagogía, Editorial Planeta-Agostini, Barcelona, 1986.

(10) “Yo amo, sí, profundamente a la Universidad; porque nada me colma de alegría y de paz como ese acto transido de divina humildad que es la enseñanza. Amo a la enseñanza como a lo que está más cerca de mí, como a los míos. Y es lógico que así sea porque amar es dar. Y el amor es tanto más amor cuanto menos cosas espere a cambio de las que da. Las dos formas supremas del amor humano son, por eso, esas dos llamas tenues pero inmortales que brillan en el hogar y en la escuela, hecha del mismo fuego y de la misma luz. El amor que derramamos en los hijos y en los discípulos es pura entrega sin otra recompensa que el goce de darlo.” Gregorio Marañón, Obras Completas, volumen X, Espasa-Calpe, Madrid, 1977, pp. 139-140.

(11) Gregorio Marañon, Obras Completas, ob. cit., volumen IX, p. 347.

(12) Véase W.L. ¡Error! Marcador no definido.Hansen, A.C. ¡Error! Marcador no definido.Kelley y B.A. ¡Error! Marcador no definido.Breisbrod, “Economic Efficiency in the Distribution of Benefits from College Instruction”, publicado en The American Economic Review, volumen 60, nº 2, 1970.

(13) Estos son los principios básicos formales, en cuanto a la enseñanza del alumno. También cabría referirse a una serie de principios de orden material o de contenido que, siguiendo a Ludwig von Mises, consistirían, esencialmente, en procurar evitar la confusión y el desconcierto teóricos, que a menudo innecesariamente se inducen en los alumnos: “The students are bewildered. In the courses of the mathematical economists they are fed formulas describing hypothetical states of equilibrium in which there is no longer any action. They easily conclude that these equations are of no use whatever for the comprehension of economic activities. In the lectures of the specialists they hear a mass of detail concerning interventionist measures. They must infer that conditions are paradoxical indeed, because there is never equilibrium, and wage rates and the prices of farm products are not so high as the unions of the farmers want them to be. It is obvious, they conclude, that a radical reform is indispensable. But what kind of reform? The majority of the students expose without any inhibitions the interventionist panaceas recommended by their professors. Social conditions will be perfectly satisfactory when the government enforces minimum wage rates and provides everybody with adequate food and housing, or when the sale of margarine and the importation of foreign sugar are prohibited. They do not see the contradictions in the words of their teachers, who one day lament the madness of competition and the next day the evils of monopoly, who one day complain about falling prices and the next day about rising living costs. They take their degrees and try as soon as possible to get a job with the government or a powerful pressure group”. Véase Ludwig von Mises, “Economics at the University”, en Human Action, ob. cit., p. 875.